miércoles, 14 de noviembre de 2018

Tristeza y esperanza



Mi pasado, tu pasado, nuestro vivir, nuestro entender. Casi sin querer te recuerdo. Memorias de felicidad en vacaciones, de trabajos, en el verde de tu paisaje, en el azul de tu vuelo. Fuiste una gran persona, dichoso yo de haberte conocido, de palabra dura y sostenida. Quedó tu nombre, que resuena cada vez que algún pariente o amigo exclama tus iniciales. Quedaron tus hijos y nietos. Quedó tu camino, quedó todo aquello que amaste, quedé yo.

Tus palabras siempre sabias, tus deseos de un mundo mejor, siempre dándome cariño.
Cuando la tristeza me superaba y oscurecía mi alma, me alentaste a seguir adelante. Tu mundo era de esperanza a pesar de las dificultades. Hoy recuerdo cada frase, cada letra de tus canciones sin sonidos, de letras en esa sopa de la vida. Si me vieras. Si desde el paraíso pudieras abrir las ventanas, me reconocerías a pesar de mi disfraz, porque yo he aprendido a ser quien soy gracias a tu aliento de increíble dulzura.

Inevitable que te piense y te escriba cartas sin destino.
Inevitable que no llore y sienta que el mundo ha perdido un baluarte de honestidad.
Pero también sabe Dios que el cielo necesita ángeles. Ese ángel dispuesto a dar hasta su vida por los que necesitan un pedazo de pan, o una simple oración de esperanza. Tu obra habla mucho de ti.

Puedo parecer exagerado, o puedo olvidarme de tus errores, pero siempre te recordaré porque vives en mi corazón. Te dejaré descansar, te dejaré ir. 

Solo………. gracias!

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