Se sentó en la blanca silla de madera y miró por última vez
ese atado de cigarrillos negros sabiendo que solo tenía el último. Decidió
dejarlo para la mañana siguiente luego del desayuno. Había leído que ponerse
metas para dejar de fumar tenía como consecuencia de una mejora en su salud general,
tanto física como emocional. Luego de asearse, se recostó sobre la cama y le
costó mucho dormir. Tenía muchas cosas en mente aquella noche. Estaba ansioso
por terminar con su trabajo y largarse de vacaciones a una aventura por Bangkok.
Boris Yenko era un científico de renombre, que había tenido una carrera
brillante en Moscú, pero que se hallaba de paso en la ciudad de Jabárovsk, por
un trabajo encargado por el Ministro de Salud de su país. Era una persona muy
alta, de contextura atlética, rubio y de ojos azules. A pesar de haber cumplido
ya los cincuenta años, poseía una energía y vitalidad poco común entre sus
colegas de la misma edad. Su padre le había obligado a que estudie varios
idiomas durante su juventud. Si bien el recuerdo le era ingrato, en su corazón
guardaba mucha admiración por esa exigencia.
Se levantó a las 5 de la mañana como todos los días, abrió las ventanas de la
habitación de aquel departamento de alquiler temporario y aunque todavía el sol
no había salido hacía calor. Dejó que circulara el aire y luego de bañarse,
tomó un rico desayuno de huevos con tocino y un café con leche. Miró nuevamente
el atado de cigarrillos, tomó coraje y lo aplastó con una mano sabiendo que ese
día dejaría definitivamente de fumar. Para suplir la ansiedad había comprado
una caja de goma de mascar mentolados.
Ya en camino a su trabajo, miró por la ventana del coche de alquiler y poniendo
la radio se enteró del pronóstico del tiempo, aunque le restó trascendencia. Como
era habitual tardaría menos de media hora hasta aquella base militar. Seguía molesto
por haber dejado el cigarrillo, con lo cual sumó otro chicle a su boca.
Cuando por fin llegó a la base militar, estacionó en su lugar reservado, bajó
del coche y se dirigió a su despacho en el último piso. La base militar estaba
en el sur de la ciudad a tan solo una cuadra de la frontera norte de la República
Popular de China. Era una base aérea con un edificio de tan solo cinco pisos,
pero escondía un laboratorio en el primer y segundo subsuelo.
Luego de pasar los controles pertinentes de seguridad y una vez acomodado en su
despacho su secretaria le informó que el encargado del proyecto estaba enfermo
y no podía asistir a la última prueba ese día. Ya molesto y enfurecido tragó
saliva e introdujo 3 chicles en su boca, pensando que con esto calmaría su
ansiedad.
Bajó con el ascensor de seguridad especialmente diseñado solo para los jefes de
proyecto. Se abrió la puerta y dos guardias fuertemente armados lo saludaron,
él hizo un gesto de aprobación y pasó la puerta de dos hojas corredizas
automáticas.
El laboratorio era de última generación y para poder trabajar en los cubículos de
vidrio templado, los empleados debían colocarse un traje de plástico reforzado
con una escafandra.
Ya molesto por la ausencia de nicotina en su sangre se colocó el traje, pero
antes metió otro chicle mas en su boca. Debía terminar el proyecto y no tenía
más que unas horas para hacerlo. En el interior del cubículo había una mesa de
aluminio, microscopios y demás elementos de uso científico. Había dos personas
trabajando y decidió no molestarlos con charlas innecesarias.
De repente y sin darse cuenta del motivo se quedó sin aire, se había
atragantado con la goma de mascar. Empezó a dar gritos ahogados y sus colegas
se dieron cuenta que si no hacían algo su vida correría peligro. Le extrajeron
la mascarilla y uno de ellos le dio un golpe seco en la garganta.
Al cabo de unos segundos Boris pudo por fin respirar, pero se dio cuenta el
lugar que estaba respirando. Se colocó la mascarilla enseguida y les dijo a sus
colegas que no dijeran nada del incidente. Al cabo de unas horas uno de ellos
por fin levantó la mano en señal de victoria y Boris salió del cubículo, se
sacó el traje y decidió ir a su despacho. Se sentó y miró por la ventana con un
hermoso atardecer con el Río Amur de fondo. Había concluido la pesadilla de
tres meses intensos de trabajo de campo. Ya se imaginaba el vuelo a Bangkok y
eso le producía paz interior.
El viernes tuvo que estar todo el día escribiendo informes y preparando
planillas para sus jefes.
Aquel domingo el
vuelo saló puntual bajo una intensa lluvia torrencial. Estaba exhausto y
decidió tomar un poco de alcohol para intentar dormir. Sabía que le esperaban
casi 8 horas de vuelo.
No pasaron más de 3 horas que el avión de Shanghái Airlines empezó el descenso.
Boris ni se enteró porque seguía durmiendo. Cuando aterrizaron él se despertó
un poco aturdido, le dolía la cabeza y tenía nauseas.
El comandante de la aeronave les comunicó a los pasajeros que debían cambiar de
avión por un desperfecto técnico en una de sus turbinas. Molesto de esa
situación, se levantó de su asiento de Primera y se dirigió al salón de
embarque. No le interesaba saber en que ciudad de China se encontraba, solo
quería llegar a su destino. Culpa del mal tiempo le avisaron que hasta la mañana
siguiente no iba a poder salir el vuelo a Bangkok. Se tomó un taxi que lo llevó
hasta el hotel que la compañía aérea había reservado para los pasajeros de ese
vuelo. Una vez en su habitación decidió que quería pedir algo liviano. Una sopa
estaría bien.
Seguía con malestar y luego de la sopa se le agregó una alergia que no dejaba
de estornudar. Harto de esa sensación desagradable bajó hasta el lobby del
hotel y se dirigió al restaurante. Por todo el camino estuvo estornudando y
tosiendo. Se sentía tan mal que, a pesar de su estado atlético, no se tapaba la
boca. Se dirigió a la cocina y pidió hablar con el encargado. Por la hora solo
había una persona trabajando.
-Yo pedí una sopa a mi cuarto y ahora no paro de estornudar ni de toser-
exclamó Boris en señal de enojo-
-Perdón Señor, pero es la única sopa que nos quedaba- respondió la cocinera.
-¿Me puede decir que es lo que me dio de cenar?”- contestó Boris ya con signos
de alteración.
-Es sopa de Murciélago típico de esta ciudad de Wuhan….
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